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sábado, 8 de diciembre de 2018

Pasado y presente de la política y la economía españolas

(Escribo esto en Junio de 2013)

Aunque no es posible concretar todas las razones por las que un país vive una determinada situación política y socioeconómica, sí es posible determinar ciertos parámetros decisivos para que ciertas situaciones se den.

Al margen de los posibles controles externos sobre el destino de los gobiernos (un factor variable dependiendo del gobierno a tratar), estos pueden tener cierto margen de maniobra respecto a la riqueza, desarrollo y organización política interna.

La situación política y económica en España actualmente se debe a las políticas y la economía pasadas del país sumada a la situación política y económica global.

En los años 60, en plena dictadura, el régimen dictaminó cual iba a ser el sustento mayoritario y base fundamental de la economía española; el turismo. El éxito en cuanto a riqueza que proporcionó a España dicho negocio, principalmente destinado a norteamericanos y europeos, hizo que pronto, toda la economía del país girara entorno a él hasta convertirse en nuestra base económica fundamental. No obstante, el bajo coste de producción y la mejora en infraestructuras y en seguridad que caracteriza normalmente a cualquier país en desarrollo económico, proporcionó a España la oportunidad de competir en el campo de la producción tecnológica con otras empresas europeas. Muchas empresas se afincaron en España por su claro beneficio en cuanto a mano de obra barata y los bajos costes de producción que les suponía la instalación de sus plantas. El éxito de la producción en territorio español supuso también la aparición de un importante tejido empresarial enteramente propio. Pero aún así, hasta en los años de la Transición, el turismo seguía teniendo una importancia mayoritaria, y a este se le sumó otro negocio que en realidad solo se tradujo en una forma de enriquecimiento falso, casi desde su origen; el negocio de la vivienda.


Con los exagerados beneficios que aportaba el turismo de costa y playa, este se incentivó por todo el territorio español y al mismo tiempo, la construcción tuvo un auge espectacular, pues se necesitaba mucha infraestructura hotelera e incluso de vivienda propia para albergar a los turistas que no hacían más que incrementar en número. Los turistas extranjeros tenían mayor poder adquisitivo que los españoles y ello provocó que el precio de la vivienda, especialmente en la costa se incrementara. Pero el efeco contagio del negocio hizo que el incremento del precio de la vivienda sucediera también en el resto del país aunque en menor grado, y dado que los españoles no podíamos llegar a pagar tales cantidades, se llegó a idear una economía basada en préstamos bancarios o hipotecarios, una economía que si bien era una inversión suicida para el país, aportaba grandes beneficios económicos rápidamente a quienes se les denominaría más tarde “especuladores inmobiliarios”, una mafia dedicada a idear precios desorbitados y en crecimiento para convencer a la población de que endeudarse con una vivienda se convertiría en una inversión de futuro, dado que los precios de los pisos seguían siendo incrementados artificialmente de forma aparentemente indefinida. Cosa que evidentemente era imposible.

Ya en los 80 había quien intentaba transmitir a la sociedad que esa economía idónea para unos pocos, en aquel entonces, tarde o temprano iba a ser el detonante de una grave crisis particular para todo el país. Pero estas alarmas fueron en vano, ya que la población tenía trabajo, había una relativa bonanza en la economía de la población española si comparamos la situación con la actual (2017), y los ciudadanos se centrában en los problemas que podían ocasionarles la pérdida de competitividad en el área de la producción que ya empezaba a ocurrir en esa década. Los salarios tenían riesgo de descender, el trabajo en empresas comenzaba a verse copado, pero el turismo y el negoio hipotecario seguía sustentando la mayor parte de nuestra falsa economía. Así que lejos de abandonar la especulación inmobiliaria, esta se vio incrementada aparentemente de forma incesante, pues seguía siendo un negocio muy rentable para quienes lo dirigían. Y los españoles seguían firmando pagos por precios cada vez más desorbitados por los pisos al mismo tiempo que nuestra deuda en hipotecas a los bancos se incrementaba sin cesar. En el año 1986 entramos en la Unión Europea, lo cual tuvo repercusiones positivas en cuanto al aporte de dinero de la Unión a nuestro país, con la finalidad teórica de amoldar nuestra economía y desarrollo a un estatus europeo y de promover un cambio en nuestra base económica, aunque también tuvo consecuencias directamente negativas en cuanto al ajuste del mercado español hacia intereses a nivel europeo y de la competitividad empresarial.

No obstante, pese a que ciertas cosas mejoraron gracias a la integración de España en la UE, buena parte de ese dinero aportado desde Bruselas se malgastó y no se cumplieron los propósitos para los que esas ayudas económicas, teóricamente y en un principio, se habían destinado. Hay que añadir además, que Europa no había regalado el dinero sino que lo había prestado y que una vez superadas ciertas fases, España debería devolver la cantidad pasando a ser un país dador en lugar de receptor.

Pero independientemente de los problemas en el sector productivo-tecnológico, desde inicios de la década de los 90 hasta la primera década del siglo XXI, España gozó de la mejor situación económica de su historia, al menos desde el punto de vista de los valores macroeconómicos. Era receptora de ingentes cantidades de dinero proveniente de Europa, tenía todavía un fuerte tejido productivo aunque en declive, disfrutaba de un buen aporte económico foráneo a través del turismo y todo ello, sumado a una enorme especulación inmobiliaria, favorecía el desarrollo de un gran sector servicios.

Sin embargo, la dependencia socioeconómica de España en el negocio hipotecario fue tan intensa que se convirtió en la clave en nuestro devenir porque no había realmente ninguna alternativa económica tan relevante que pudiera paliar las repercusiones negativas que tendría la autodestrucción que iba a ocurrir tarde o temprano, cuando los compradores o los bancos parasen la maquinaria hipotecaria por lo ridículo que resultaba considerar siquiera que los pisos pudiesen seguir siendo comprados por los precios que alcanzaban. Era un negocio insostenible de por sí. Y al proceso de autodestrucción que todo el mundo temía que pasaría se le denominó: “El pinchazo de la burbúja inmobiliaria”. Por fortuna, los efectos del desmoronamiento del negocio inmobiliario estadounidense de características análogas, provocó que la burbuja inmobiliaria en España pinchara antes de lo previsto, y digo por fortuna, porque es preferible entender más pronto que tarde que tu propio país no tiene suficiente base económica para sostenerse a sí mismo. Aunque un poco tarde, ya era igualmente.

Miembros del PP claramente mediáticos y con cargos muy importantes en el gobierno español de mayoría absoluta del PP entre 2000 y 2004, supuestamente, (porque ahora ya dudo de todo) votado por la inmensa mayoría de la población española que votó a un partido en el 2000 (Federico Trillo, el ex-presidente del gobierno de España, Jose María Aznar y Luis Bárcenas, extesorero del PP durante el gobierno de Aznar) mostrando gestos obscenos, con alevosía y nocturnidad, ante los medios de información españoles. Independientemente de cualquier argumento que se intente usar para excusar algo como esto, un presidente del gobierno en tal actitud ante las cámaras y a sabiendas de ser fotografiado es indudablemente una muestra absolutamente delatora del desprecio del gobierno votado por la mayoría del pueblo a toda, TODA, la ciudadanía española y por lo tanto de la catastrófica situación de subdesarrollo social de la monarquía bananera que representa la MARCA España; un país que nadie sabe muy bien cómo se coló en la organización que actualmente aún es la organización de países de mayor calidad social de facto del mundo; la Unión Europea. Cualquiera que vea una foto como esta podrá entender que en el país dónde gobiernen señores tan decentes, carismáticos, amables y respetables como estos, cualquier cosa que no esté relacionada con la justica social, la decencia, la ética y la coherencia, es posible, siendo los ciudadanos que permitieron que el PP llegara al poder por tres veces no consecutivas (hasta el 2012); un partido fundado por fascistas que como Manuel Fraga, intervinieron con importantes cargos en la represión fascista de Franco de 40 años, auténticos ignorantes o en todo caso culpables sociópatas. Votar al PP, ser inteligente y al mismo tiempo pretender conseguir una sociedad justa son tres cosas incompatibles por definición. Y los inteligentes que votan al PP, además de ser, la mayoría, de los pocos ricos que quedan en España, lo saben mejor que nadie.  

Al margen de todo esto, la bonanza macroeconómica de España fue usada por el partido en el gobierno a finales de los 90 (el PP), para organizar todo tipo de operaciones con dinero público, ya sospechosas en aquel entonces, que en lugar de ser invertido en el bien común de la sociedad española iba siendo gestionado de todas las maneras fraudulentas imaginables, como puede uno comprobar en la punta del iceberg que supone lo arañado hasta ahora en el caso Gürtel de Valencia, los desvíos de capital para la financiación ilegal de las campañas de PP en Madrid y decenas de casos de corrupción urbanística relacionados con determinados cargos políticos del PP en Galicia, Madrid y Valencia, pasando por casos de tránsfugas en la propia comunidad de Madrid, dónde debía gobernar una coalición del PSOE con IU.

Era jauja. Y era una jauja que los ciudadanos asumían, en general, con alegría, pues no afectaba todavía a sus bolsillos o a su calidad de vida, al menos no de forma notoria. Pero los ciudadanos comenzaron a ver la verdadera absoluta ineptitud política, su desfachatez y lo impresentables que eran sus propios dirigentes cuando se inició la tragedia del Prestige, que no fue sino, el ejemplo de la gestión del Partido Popular cuando se arremanga y del respeto que tiene por la ciudadanía, incluídos su propios votantes. Cada día que pasaba, aquello se parecía más a un circo dónde solo actuaban payasos, unos payasos nada graciosos, los cuales, en lugar de divertirnos, se reían constantemente de nuestra dignidad. (Muchos de ellos, ahora pretenden ser miembros de un nuevo gobierno, dicho sea de paso). Y como no parecía haber ninguna respuesta ciudadana de magnitud realmente preocupante, dado que había suficiente dinero en las arcas por motivos ya explicados, y dado que había una mayoría absoluta capaz de dirigir al país en contra de quien fuera y debido a que el afán napoleónico del entonces presidente Jose María Aznar no terminaba, en 2003, el PP involucró a España en una guerra denunciada por la propia ONU como ilegal en compañía de un desquiciado vaquero texano presidente de un EEUU gobernado y directamente dirigido por empresas petroleras y armamentísticas. Así que haciendo caso omiso de la ONU, de las quejas de la ciudadanía por todo el país y por toda Europa y de las amenazas directas del grupo terrorista Al Qaeda, nos metimos en una vergonzosa guerra de manos de Jose María Aznar, la última importante decisión de su mandato por la que se le recordaría como un nefasto dirigente europeo junto al ex-primer ministro británico, Tony Blair, que dirigirían sus países, en contra de la voluntad de sus poblaciones, hacia dónde EEUU propusiera.

Bien, la historia siguiente es bien conocida, Al Qaeda cumplió sus amenazas, y la ciudadanía española también lo hizo. Y el PP perdió las elecciones acusando mediante injurias constantes, pero, obviamente, sin denuncias formales, y con total desinterés por su propia decencia, durante casi un año, al PSOE de conspirador, y de, poco menos que de parte implicada en los ataques del 11-M con la intención de apoderarse del gobierno. Cosa absurda, solamente al tener en cuenta que el PSOE solo tiene que esperar su turno en el ciclo constante de alteranacia en el pacto dudosamente democrático que indirectamente se otorgaron los partidos mayoritarios con la ley D'hont.

Y pasado el tiempo, la burbuja inmobiliaria estalló propiciada por una crisis global iniciada a su vez por la caída del sector inmobiliario estadounidense en una sitiuación consecuencia de causas similares a lo que iba a suceder en España tarde o temprano (endeudamiento bancario por negocios falsos, que no era si no la misma política auspiciada y ejercida por la mayoría de partidos políticos de derecha en el capiatlismo especulativo la cual venden ahora como solución a los problemas que esta misma política provoca). Como pista sobre una definición de estos partidos políticos de derecha, decir que en el gobierno de España desde la muerte del golpista de estado y socio ibérico de Hitler, Franco, NUNCA ha gobernado un partido político democrático que no fuese de derechas.

Obviamente, para que el ngocio con la especulación cn los precios de la vivienda y con el endeudamiento posterior de los compradores con las hipotecas funcionara se necesitaba que siguieran habiendo compradores. La pregunta pues, es, ¿por qué seguían comprando pisos los ciudadanos cuándo los precios subían incesantemente hasta cotas impensables en el resto de la Unión Europea? Bien, unos porque no veían otro remedio y porque creían que se lo podían permitir y no les interesaba alquilar porque “ya que se pagaba, al menos quedaría una propiedad física real”. Y otros muchos pagaban debido a que el entorno bancario ofrecía enormes facilidades y garantías de pago. Pero otros ciudadanos tenían en mente el mismo negocio que los que lo iniciaron y se convirtieron en otra clase de especuladores inmobiliarios que o no sabían que las burbujas siempre acaban explotando naturalmente o creían que no les iba a explotar a ellos.

Así pues, especuladores inmobiliarios con conocimiento de causa, especuladores sin conocimiento de causa y las entidades bancarias entretejieron en diez años, apoyados y hasta animados por el gobierno de turno (especialmente el PP pero también el PSOE como partido politico de ideología económica continuísta a la del PP), un negocio en España que iba a explotar y tenía cuenta atrás.

Desde que se estaba asentando la mayor parte de la base económoca española en este negocio ya hubo quien se fijó en las circunstancias trágicas a la que aquello nos iba a ellevar, pero aún ahora hay quien desconoce totalmente dicha historia, y hasta que sucedió, pocos sabían cuando acabaría la cuenta atrás. Y llegó a cero cuando el tsunami banco-inmobiliario análogo que se produjo en Estados Unidos llegó a Europa de banco a banco, especialmente a través de Londres, transmitiéndose la deuda no pagable a los países que al final más la pagarían: Grecia y España.

Muy resumidamente lo que ocurrió fue un contagion de desconfianza y muchos bancos españoles, viendo las consecuencias que tenían los negocios similares a los suyos en Estados Unidos, empezaron a temer pérdidas si continuaban con préstamos para una finalidad que iba a dejar de existir. Se iba a llegar a la situación en la que los prestatarios (hipotecados), no iban a poder pagar a los prestamistas (bancos), por los elevadísimos precios que los pisos habían alcanzado, al haberlos usado los bancos como recurso "totalmente imaginario" de inversión. Así que los bancos dejaron de dar préstamos, los pisos dejaron de comprarse masivamente y sus precios empezaron a bloquearse aunque muy lentamente. Muchos ciudadanos dejaron de recibir préstamos bancarios, la construcción se paralizó de la noche a la mañana y todo el tejido de servicios y de empresas asociado a la construcción también cesó. Además, no todos los bancos consiguieron zafarse del golpe, y casi ninguna caja lo haría.

Cuando un grupo se une a un mal negocio, el grupo suele perder, pero si el negocio lo controlan tres del grupo, esos tres se pueden enriquecer con el negocio y antes de que se manifiesten las consecuencias negativas del mismo pueden retirarse y salir beneficiados. A esto se le denomina estafa y es tan frecuente en el capitalismo que su funcionamiento ha llegado a basarse en ellas hasta el punto de que no son separables. Pues bien, esto fue lo que ocurrió con la especulación inmobiliaria en España con una ligera diferencia; que aunque el negocio lo montaron unos cuantos, un enorme porcentaje de todo el resto de negocios del país se desarrolló en dependencia del negocio fraudulento. Es decir, el mal negocio se convirtió en base económica del país. Un cáncer global que tarde o temprano lo llevaría a su situación real: a una ausencia de base económica real, es decir, a un país realmente subdesarrollado al que le quedaría básicamente una solo negocio de magnitud suficiente como para no declararse estado fallido: un turismo que ofrece una calidad de trabajo paupérrima para la mayoría. Porque toda esta situación de la especulación inmobiliaria en España coincidió lamentablemente con una reducción de la industria y el tejido empresarial español que buscaba lugares más baratos de producción y sin tantas restricciones de calidad medioambiental o de derechos del trabajador. Dado que esos derechos y esas restricciones habían aumentado en el país con el falso enriquecimiento de una sociedad Española engañada.

La situación económica del país está así porque lo controlan, y lo controlaron por mucho tiempo una mayoría de auténticos y genuinos delincuentes con total inmunidad judicial y política (en lo público y en lo privado) apoyados o consentidos por una mayoría de ciudadanos sumisos o involucrados en sus propios delitos (que los votan o que no votan a ninguna opción y que no denuncian o se manifiestan). Es así de simple. El control de los mercados y el control por parte de Alemania es lógico. Tal vez, no justificado, pero lógico en el sistema en el que vivimos, que no podemos negar que existe pese a que tampoco sea moralmente correcto. Y si bien el control por parte de los mercados sobre los países puede no estar justificado, su desconfianza en nosotros sí lo está.

Los mercados, no son, como muchas veces nos hacen suponer, criaturas maligas escondidas de los ciudadanos sino que están formados por accionistas, es decir, precisamente, por ciudadanos, y las personas no trabajan siempre con la lógica, por mucho dinero que tengan, y tampoco actúan de acuerdo a la moralidad, es decir, no siguen una conducta ética en todo momento, dado que ser accionista implica hacer negocio con números que pueden provenir de la especulación arbitraria de tejido industrial básico para mantener el empleo de cualquier país. En resumen, invertir en un valor por su futuro es análogo a una simple apuesta, pero una apuesta que junto con otras puede hundir la estabilidad económica de un país o incluso de un continente entero. Es decir, los mercados trabajan directa o indirectamente con la especulación, con la inversión en valores que intuyen (los accionistas) que pueden crecer por ellos mismos, y a veces con la inversión a propósito en valores que realmente no tienen valor, lo cual en el póker podría ser equivalente a un farol; “démosle valor a algo que no lo tiene para arrastrar a otros a invertir en ello, para luego ser el primero en desaparecer con el dinero vendiendo todas nurestras acciones cuando el valor esté en un punto álgido, sin importarnos lo que pase a continuación con el valor y los demás accionistas enganchados a ello”. Si estos valores están asociados directamente con bienes de necesidad básica, apostando (invirtiendo), es posible encarecer suficientemente el precio como para hacer imposibe la compra de esos productos por la población de determinados países, y ello puede provocar incluso hambrunas en medios dónde no hay carencia de alimentos. Sin llegar a hambrunas, esto, básicamente es lo que ocurrió con el valor de la vivienda en España.

Este es el problema global del capitalismo especulativo en el que todo el mundo está inmerso. Sería positivo tratar de ir restringiendo este sistema antes de que ese sistema restrinja la capacidad de coahbitación social en el mundo. Pero los países deben sobrevivir con conocimiento de causa de que con o sin restricciones, este sistema puede ser su perdición si no actúan de modo que no sean entermanete dependientes de él, y eso se consigue tejiendo una economía de producción real y diversa, no simulando otra base económica especulativa, a lo que España es adicta y experta, pues tratar de enriquecerse especulando no es ni más ni menos que el modo conseguir dinero a corto plazo dinero y con el menor esfuerzo posible.

¿Y cómo se podía haber hecho esto? Dado que en España, pese a su enorme importancia, el turismo sigue sin ser suficiente para otrogar a sus ahbitantes una calidad de vida acceptable dentro del marco de la organización a la que pretence: la Unión Europea y tampoco es un negocio muy sólido dado que lo consideramos perpétuo, con lo que tampoco invertimos esfuerzos en que incremente en eficacia y calidad, y dado que el tejido producivo a nivel industrial ha sido casi totalmente esquilmado del país por una u otra razón, un posibilidad que ya perdimos al menos por las siguientes dos décadas es lo que en sí mismo es desarrollo y que aparentemente no solo en España tiende a infravalorarse de un modo sorprendentemente pandémico y crónico. El I+D (investigación y desarrollo). Se ejercen esfuerzos sobrehumanos en intentar convencer a la población que la inversión en I+D debe contemplarse como un gasto que no trae beneficios, cuando en realidad, TODOS los beneficios y repito contundentemente TODOS lo beneficios que la humanidad se elaboró para sí misma provienen de una distribución equitativa (que esa es otra, pero es otro cuento) de los productos que, y esto hay que recalcarlo, a LARGO PLAZO, nos otroga una inversión concienzuda y un esfuerzo continuado y en incremento constante en el I+D.


Un video muy corto y muy conciso al respecto:




Pero, ¿por qué la economía de España se especializó en negocios o empresas no emprendedoras? ¿Por qué invertir mucho esfuerzo en trabajar en cosas que no producen ni enriquecen casi? ¿de dónde viene lo de que inventen ellos? Pondré un ejemplo tremendo: ¿por qué quienes hacen enormes negocios de exportación con el aceite de las aceitunas españolas son empresas italianas?, ¿existe algún motivo principal que explique nuestra desgracia histórica hasta la actualidad como país que no ha apoyado nunca a los emprendedores, a la innovación, a la investigación, el buen hacer, la ética o a la modernidad en general evitando así adquirir una base económica, social y cultural fuerte y estable no creadora de deudas de incremento incesante e impagables y unas bases morales suficientes para que la corrupción no pueda darse de forma absolutamente impune como ahora sucede? 

Pues puede que haya una razón muy relevante políticamente incorrecta, tanpolíticamente incorrecta como todas las razones que explican el mundo que lasociedad humana se ha creado para su futuro, una razón que en principio podríaparecer insospechada pero con unos argumentos tan drásticamente evidentes queson imposibles de negar...:



Escrito sacado de esta entrada escrita el martes, 6 de abril de 2010 y pensada en gran parte en los albores de la "democracia" española.

Y aquí continúa la tragicomedia española. 


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