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viernes, 26 de marzo de 2021

“Star Trek”, “El problema de los tres cuerpos”, “Star Wars” y “Star Gate”, cuatro ejemplos para entender qué es la ciencia ficción

Unos amigos que tengo son una fuente incesante de temas de los que escribir. Hace unas semanas (hoy es 10 de Julio de 2019), uno de ellos me comentó que “Star Trek” no era ciencia ficción al contrario que “El problema de los Tres Cuerpos” que sí lo era.

 

Al amigo en cuestión le dejo en el anonimato y un abrazo teledirigido con distancia de seguridad y mascarilla (esta frase la escribo en 2020, claro). Él hizo que pudiera escribir un capítulo más. No lo escribo expresamente para dejar en acta que le contradigo, sino que aprovecho la conversación que tuvimos para aclarar mi perspectiva al respecto, porque este es un tema que se presta a mucho debate. Yo expondré mis argumentos acerca de mi postura.

 

Bien, aquí van a haber spoilers porque si no el tema quedaría muy incompleto y sería aburrido. “El problema de los tres cuerpos” es una novela de Liu Cixin que trata de un contacto con una civilización extraterrestre. Star Trek no debería necesitar de presentaciones, pero bueno: Es una serie y un conjunto de películas basadas en un hipotético futuro de la humanidad (cuando se hizo la serie) que ha superado una tercera guerra mundial y su capitalismo, por peligrar la supervivencia de la civilización, y que ha comenzado su expansión por la galaxia tras un primer contacto con una civilización extraterrestre. Star Wars, bueno, solo hace falta decir que desde que la tiene Disney sus problemas aumentaron de forma exponencial.

 

Bajo mi punto de vista, Star Trek es una ciencia ficción de mayor calidad (y claro, hablo del ambiente en el que suceden las películas y las series) que “El problema de los tres cuerpos”. ¿Por qué?

 

En primer lugar, expondré la solución que tengo a los ejemplos de si los tres casos; “Star Trek”, “El problema de los tres cuerpos” y “Star Wars”, son o no son ciencia ficción bajo los criterios que he descrito anteriormente. “Star Trek” es ciencia ficción, “El teorema de los tres cuerpos” es ciencia ficción” y “Star Wars” no es ciencia ficción. Y no tiene nada que ver con las tecnologías que se describen en ninguna de estas obras, sino con la clave de, recordemos: “La ciencia ficción es toda aquella historia imaginaria, narrada, hablada o filmada que no puede darse en el mundo presente en el que vivimos debido a una transformación del escenario basado en una alteración de coordenadas espaciales y/o temporales, pero de tal modo que lo relatado es aceptable desde la perspectiva de los conocimientos tecnológicos, científicos y sociológicos, como especulación racional, o puede darse en el mundo presente en el que vivimos pero sin alterar el mundo presente que observamos o que nos es conocido de forma contrastada"

 

Claro, el quid del asunto es, ¿qué es una especulación racional? Bueno, yo podría hablar de lo que es especulación racional en lo que respecta a lo biológico y asumiendo que la vida nos da sorpresas científicas sin cesar, y para lo físico necesitaremos a alguien con muchísimos más conocimientos de física que yo.

 

Mi amigo decía que Star Trek no era ciencia ficción porque en ningún episodio o película se explicaba ninguna de las tecnologías que se mostraban. Que los productores, directores o guionistas no mostraban ni siquiera un poco de interés en describir someramente por qué podría hacerse un “salto de curvatura”. Pero es que, en realidad, esa no es una condición para incluir una obra en el campo de la ciencia-ficción. Ni siquiera es responsabilidad del autor de ninguna obra de ciencia ficción, aunque haya autores que lo intenten y otros que además lo consiguen de alguna forma. El hecho es que, mientras Star Trek no se base en asuntos que no son coherentes con una especulación racional, no está deslegitimada su inclusión en el mal llamado género de ciencia ficción. Por otro lado, “El teorema de los tres cuerpos”, aunque también es ciencia ficción, trata de engañar a todo lector para que asuma que el escritor está explicando la tecnología de la civilización extraterrestre, cuando en realidad no lo hace, y al intentarlo, cae en errores que hacen pensar en incoherencias de “guión” que no la desclasifican como novela de ciencia ficción pero que la desclasifican como novela de ciencia ficción de calidad.

 

“El teorema de los tres cuerpos” nos engaña con explicaciones incoherentes mal disfrazadas de coherentes. En una ocasión, que es clave para el transcurso de ciertas estrategias de una civilización exterior, algún extraterrestre le explica a otro que el plan del consejo científico para los propósitos encomendados, (extinguir a la humanidad para una colonización de la Tierra sin ningún tipo de impedimento), es algo así como bidimensionalizar un protón de modo que ocupe toda la órbita de su propio planeta, para luego insertarle los chips o el hardware apropiado para otorgarle al conjunto de protones la capacidad de frenar el desarrollo tecnológico de la Tierra cuando estos alcancen nuestro sistema solar. Aquí no importa cómo se transmite esa capacidad o poder, de qué poder se trata específicamente, ni el modo en que luego se va a efectuar el proceso en la Tierra, (cosa que lo explica del mismo modo que Star Trek explica cómo es posible el teletransporte). El problema aquí es que el autor se encomendó la tarea de explicar algo imposible de explicar, por lo que se limitó a dedicar esfuerzos inconmensurables a hacernos creer que sí lo estaba haciendo y no en hacerlo. Es decir, algo claramente propio de un mal escritor. Pero es que resulta además, que el sujeto extraterrestre 1 (un científico) le dice al 2 (el rey o el emperador), que lo de insertar el hardware en protones bidimensionalizados es una tecnología que controlan a la perfección, pero que no tienen ni idea de cómo bidimensionalizar un protón, ni de cómo quedará, ni, por lo tanto, las propiedades que tendrá. ¿Entendéis el error abismal en la congruencia argumentativa que choca frontalmente con el paradigma de cómo se pueden descubrir e inventar cosas consecutivas? No hay político que no pueda captar la estafa argumental del científico, o eso espero, vamos…

 

Que el impulso warp o salto de curvatura, el teletransporte y las pistolas láser de Star Trek sean factibles como especulación racional, no quita que no haya manera alguna de explicar esas posibles tecnologías a día de hoy, y por eso mismo, en estos casos no tratan de hacerlo. Además, no se lo toman en serio. Pero es que en el “Teorema de los tres cuerpos”, la incompatibilidad argumental que nos ofrece el autor respecto al hecho de que, para los extraterrestres, es sencillo aplicar hardware a un protón bidimensionalizado, cuando nunca se ha bidimensionalizado uno, es claramente parte fundamental de la novela, y el autor intenta mostrar al lector que se lo toma en serio y, por lo tanto, el lector debe tomárselo en serio. Toda la novela se basa en ese presupuesto incoherente, y le da importancia. Si al menos el autor si no le diese importancia y se limitase a dar más contexto histórico, emocional, descriptivo etc., a todo lo que sucede en la novela (que está bien necesitada de todo ello) el lector no le daría tanta importancia a la bidimensionalización de un protón para que rodee un planeta entero en una lámina supuestamente sólida (que vete tú a saber si eso tiene siquiera sentido dentro de la física teórica).

 

Y esto es de lo que va la actualidad. Porque pese a que de vez en cuando haya alguna obra de ciencia ficción especialmente destacable, como es el caso de la película “Moon” o “The Martian”, con sus errores asumidos, también es cierto que pocas veces se ha abusado tanto de sobrevalorar algunas obras a los niveles que contemplamos durante estas primeras décadas del siglo XXI, en parte porque hasta ahora no ha habido época en dónde las modas tuviesen tanta influencia en la cultura como la que estamos viviendo.

 

Bien, siguiendo con el libro del “Teorema de los tres cuerpos” y al margen de su ciencia ficción (porque el caso es que diría que tiene una repercusión mediática por encima de sus posibilidades), este presenta muchas incongruencias respecto a emociones que podría decirse que son casi universales en cualquier cultura humana. Y aunque esto último sea cuestionable, y aunque pueda asumirse que pueden ocurrir, difícilmente ayudan a identificarse con ningún personaje (y tengo muchísimas dudas de que sea una cuestión cultural o de contexto histórico). El escritor se dedicó al argumento y se olvidó, no tanto del sentido de las decisiones de los personajes, sino de hacer que el lector llegue a entenderlas de una forma natural. También salta artificiosamente de siglo en siglo, para adelante y para atrás, tan frecuentemente y con tan poco esfuerzo por acomodar al lector a la nueva era, que hace que el interés de este vaya diluyéndose sin pausa, desde un interés muy bajo tras darse cuenta de cómo iba siendo el percal. Además de esto, inserta una cantidad desbordante de personajes irrelevantes con sus nombres y apellidos, de modo que no los distingue a tiempo de los importantes en la historia, y comenta hechos sobre la historia de una civilización que no es que no sean aceptables desde la perspectiva de los conocimientos tecnológicos científicos y sociológicos como especulación racional sino que literalmente parecen absurdos, y su descripción, a veces, totalmente innecesaria (hacer una simulación de computadora con señoritos alienígenas moviendo brazos es aburrido e inconsistente, y aunque en el mismo libro se admita explícitamente que es inconsistente o que solo es una forma extraña muy desviada de la realidad de contarle a los humanos como fue su historia, porque sí, está tan mal escrito que ni eso queda claro hasta que ya estás cansado de no saber lo que pasa, es un relato sobre algo intrascendente, aburrido y confuso).

 

El caso es que está repleta de cosas que rozan lo de “lo relatado no es aceptable desde la perspectiva de los conocimientos tecnológicos científicos y sociológicos como especulación racional” pero lo peor no es que sea mala ciencia ficción en lo que respecta a las ideas que refleja, sino que se narran de forma horrorosa. Y esto último no puede ser ni por asomo causado por la traducción del chino al castellano. Y aunque la traducción pudiese tener algo que ver en este despropósito de inconsistencias constantes, eso no hace que un lector del libro traducido pueda defenderlo diciendo que lo que pasa es que el libro es una mierda por la traducción, pero que el original en chino, el cual no leyó, es excelente.

 

Para mí el libro de “El problema de los tres cuerpos” es a “Moon”, dentro de las obras de ciencia ficción, lo que “Spiderman 3 de Tobey Maguire” es a “Watchmen” dentro de las películas de fantasía. Las dos parejas pertenecen al mismo respectivo bloque, pero la calidad (y hablo de la idea del argumento) de una o de otra, al margen de lo que puedan divertir o no a un espectador/lector, no tienen punto de comparación alguno. En unas obras se percibe esfuerzo creativo, cuidado con los personajes, profundidad emocional e historia de estos y calidad en el argumento, y en las otras dos; para nada. ¿Qué quiero decir con eso? Que “El problema de los tres cuerpos” es un libro de palomitas resecas para cerebros que quieren descansar y creer que están leyendo calidad, y Moon, una película que no especula con su calidad.

 

Cuando digo, “para mí”, estoy admitiendo que es una opinión, pero con argumentos, no en plan, no me gustan los dulces, no sé si me explico. Que cuando alguien lo reduce a eso es porque no quiere hablar de los argumentos que se presentan, y cuando alguien no quiere tratar los argumentos que se presentan, es obvio que por algo es. Y añadir que solo he comentado lo que recuerdo de lo que extraje del libro que me horrorizó. Así que la fama universal de “El problema de los tres cuerpos” la explico básicamente por un éxito de moda en el momento apropiado y tal vez, ¿por qué no?, por haber sido escrito por un escritor de la nacionalidad adecuada para el contexto geopolítico económico y social en el que vivimos. Porque ya sabemos que lo políticamente correcto, cotiza en bolsa aquí y en todo el planeta.

 

 

Obama y Liu Cixin

Fuente: https://medium.com/@jafrank09/when-obama-and-zuckerberg-are-your-fan-boys-on-cixin-lius-remembrance-of-earth-s-past-trilogy-97944ac11c0e

 

Ahora bien, ¿qué pasa con “Star Wars”? No me había olvidado de ella. Pues que ella misma se niega a ser ciencia ficción, y no por los ruidos en el espacio o por la magia de la fuerza que se queda en magia porque la tratan como tal, y no como consecuencia, por ejemplo, de los bosones de Higgs o por los midicloria…, mejor olvidemos esto último. Se declara fantasía (queriéndolo o no), por algo más básico. Y es que se introduce a sí misma como que ocurre “hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana”, y no existe ningún tipo de idea formal que nos pueda convencer del hecho de que encontrarse con humanos o alienígenas exactamente iguales a humanos con la tecnología que nos muestran en una galaxia lejana y hace mucho tiempo sea “aceptable desde la perspectiva de los conocimientos tecnológicos científicos y sociológicos como especulación racional”.

 

A Star Gate (la serie), le ocurre algo similar, dado que el que una civilización tenga la potencialidad de heredar biológicamente, es decir “genéticamente” la memoria como consecuencia de procesos evolutivos seleccionables por la selección natural, no es tampoco “aceptable desde la perspectiva de los conocimientos tecnológicos, científicos y sociológicos como especulación racional”, imaginar que, por evolución, la experiencia, los recuerdos y la memoria puedan heredarse de generación en generación, es más que lamarckiano y no es entendible que sea posible en ningún punto del Universo bajo ningún concepto, Star Gate (la serie), no es ciencia ficción. A no ser que nos hablen de que los Goauls transfieren la información de la memoria de sus hospedadores de generación en generación mediante nanotecnología implementada en sus células constituyentes. Pero eso no es así. No nos hablan de ello y el espectador tiene que asumir que intentan venderlo como un proceso natural evolutivo. Es decir, algo absolutamente imposible.

 

Pero no pasa nada, se puede hacer fantasía. Es muy interesante y muchas veces incluso más disfrutable que la ciencia ficción, dado que la fantasía no tiene límites en cuanto a la aplicación de la imaginación y de este modo, el autor puede concentrarse enteramente en desarrollar una historia entretenida sin tener que estar atento a crear una realidad que encaje en el perfil de la ciencia ficción. De todos modos, no es malo hablar sobre esto dado que, si no se habla de ello, a lo mejor llegamos a la aceptación de que hasta la película “Toy Story” es una especulación racional y, por lo tanto, ciencia ficción. Y sea como sea, en principio, de algún modo, los humanos no podemos interactuar con nada sin catalogar previamente. No habría criterio para ningún tipo de argumento de nada porque no seríamos capaces de expresar distinciones de asuntos diferentes.