Escrito
el 14 del 11 de 2012
Pese
a las pruebas de que se estaba produciendo un aumento constante de los niveles
de CO2 atmosférico debido a la actividad industrial y que este
estaba relacionado con el calentamiento global (Keeling, 1997), se hicieron
enormes esfuerzos para desmentir dichos hechos. Cuando el cambio climático no
podía negarse por más tiempo, se intentó convencer de que se debía a eventos o
fenómenos ajenos a la actividad humana. Cuando fue imposible tal propósito se
trató de convencer de que la gravedad de este cambio climático era mucho menor
de lo que se decía desde la comunidad científica. Y posteriormente se intentó
usar la falta de resultados y pronósticos exactos de la ciencia a este respecto
para invalidar sus predicciones y justificar la pasividad global ante la
situación, desvirtuando de paso, en numerosas ocasiones, las conclusiones de muchos
estudios científicos. El lema, evidentemente absurdo e incongruente era; “no se
puede evitar que ocurra algo si no sabemos con absoluta exactitud en qué
consistirá ese algo”.
En
resumen, desde que los estudios sobre cambio climático se han manifestado a la
sociedad, esta ha sufrido sutiles y también descarados engaños por parte de
poderes a los que no les interesaba que dicho conocimiento se transmitiera
globalmente.
El problema reside en un fenómeno que ha ocurrido
reiteradamente en la historia de la humanidad y que en más ocasiones de las
deseadas ha afectado negativamente a la convivencia humana: “Basta que una sola
persona, que un grupo o que una entidad tenga un poder mayoritario dependiente
de que un determinado conocimiento no se difunda, para que ese conocimiento
producto de una mayoría sin poder, no se dé a conocer o para que se
tergiverse”. Es lo que podría denominarse la dictadura de la ignorancia o de la
confusión, y como ya adelanté, ya había ocurrido en muchas ocasiones en el
pasado por parte por ejemplo de la Iglesia Católica.
Ahora,
el poder que se quiere mantener bajo la dominancia de una sociedad
preferiblemente ignorante, lo poseen, sobre todo, ciertos grupos empresariales
o corporaciones suficientemente poderosas para dirigir las decisiones de
gobiernos enteros, como pueden ser las empresas energéticas, las
armamentísticas y las financieras, es decir, la banca.
A
lo largo de la historia, el engaño ha sido utilizado como medio para mantener
el poder económico, político y espiritual en infinidad de ocasiones. Pero
actualmente, el peligro que entraña este método no afecta a un grupo social o a
una región determinada del planeta, sino que puede afectar a todo el ecosistema
planetario; la biosfera. Y a lo que nos debería preocupar más, si cabe; a toda
nuestra civilización.
Actualmente,
la certeza científica de que existe cambio climático por calentamiento global
provocado por la actividad humana y el hecho de la relativa impredecibilidad de
a lo que esto nos puede llevar, está asumido casi globalmente. También está
admitido por casi todos los gobiernos que, pese a que la ciencia es incapaz de
predecir con exactitud las consecuencias de este fenómeno, estas varían desde
la incomodidad para determinadas poblaciones o la dificultad para la
supervivencia en algunos puntos del planeta hasta la generación de guerras por
recursos hídricos o la generación de una nueva guerra global abierta, (la
tercera y probablemente la última guerra mundial declarada abiertamente). Es
necesario aclarar pues, que las consecuencias de las posibles respuestas de la
civilización humana al cambio climático pueden llegar a ser más catastróficas
que el efecto directo del cambio climático sobre nosotros y los ecosistemas per
se, si es que es posible separar ambas cosas.
Lago producido por el descongelamiento de un glaciar. Fuente: http://flic.kr/p/8SygEy
Pero
previamente a analizar la respuesta social y mundial respecto al cambio
climático y los motivos de dicha respuesta, trataré a continuación el tema en
cuestión con un poco más de calma.