Viene de aquí.
Para el tema que nos ocupa, podríamos resumir los conceptos indicados anteriormente diciendo que la cercanía de la Tierra al Sol, la pasada gran actividad volcánica y el efecto invernadero que provoca la retención del calor de la radiación solar por la atmósfera, fueron factores cruciales en el mantenimiento de un "clima global" en nuestro planeta con una distribución de energía calorífica a lo largo de la mayor parte de la superficie continental y de la mayor parte de los océanos y mares de más de 0ºC, tanto durante el día como durante la noche, temperatura esta requerida para que elagua se mantenga en estado líquido, lo cual fue indispensable para que en esta se mantuvieran las tasas de reacciones químicas necesarias para la vida terrestre.
Para el tema que nos ocupa, podríamos resumir los conceptos indicados anteriormente diciendo que la cercanía de la Tierra al Sol, la pasada gran actividad volcánica y el efecto invernadero que provoca la retención del calor de la radiación solar por la atmósfera, fueron factores cruciales en el mantenimiento de un "clima global" en nuestro planeta con una distribución de energía calorífica a lo largo de la mayor parte de la superficie continental y de la mayor parte de los océanos y mares de más de 0ºC, tanto durante el día como durante la noche, temperatura esta requerida para que elagua se mantenga en estado líquido, lo cual fue indispensable para que en esta se mantuvieran las tasas de reacciones químicas necesarias para la vida terrestre.
A lo largo de la historia de la Tierra, tanto
la actividad volcánica, como la actividad solar, la concentración de los
distintos gases que componen la atmósfera, así como la distribución de las
temperaturas por la biosfera a través de los movimientos de las grandes masas
de agua de los océanos y de las corrientes atmosféricas, han ido variando con
el tiempo incluso de forma relativamente abrupta en relación a la adaptabilidad
evolutiva de las distintas especies a dichos cambios, provocando, por lo tanto,
en muchos casos, extinciones masivas como consecuencia de los cambios en la
regularidad climática. A esto hay que sumarle el impacto de meteoritos de masa
suficiente como para desmantelar la regularidad climática de la Tierra en
pasados remotos.
Evidentemente, estos cataclismos climáticos
fueron consecuencia de fenómenos naturales que se escaparían al control humano
aún con la tecnología de la que disponemos hoy en día. Además, en cuanto a
estos factores citados, vivimos en un periodo de la historia de la Tierra de
relativa estabilidad natural. Es decir, no existe actividad volcánica
importante desde la perspectiva de efectos globales y no hay grandes cambios
respecto a la actividad solar en relación con los efectos que estos podrían
causar al clima de la Tierra.
Pero recientemente, anteriormente al siglo XX
como algunos estudios apuntan (Preindustrial Human Impacts on Global and
Regional Environment. 2013. Annual Review of Environment and Resources. 38,
503-527), a todos estos parámetros descritos en en este capítulo y en el
anterior que demuestran la fragilidad del sistema climático terrestre se le ha
unido otro parámetro: el efecto térmico de una importante carga anual de CO2
adicional en la atmósfera producto de la actividad humana desde antes incluso
de la época preindustrial de nuestra civilización y que no ha cesado de
incrementar. Un aumento que, además, lejos de ser constante, es exponencial.
Las fuentes de este CO2 "humano" fueron consecuencia de la
actividad industrial, transporte, calefacción etc de nuestra civilización por
la combustión de madera, de carbón, de petróleo y de gas natural.
Con el tiempo, el desarrollo tecnológico
mejoró nuestra optimización de la energía, de modo que cada vez fuimos
contaminando menos por unidad de energía obtenida, pero la naturaleza de las
fuentes y la tecnología usada para la obtención de energía, en definitiva, no
cambiaron de forma significativa (año 2012) y el aumento progresivo del consumo
energético en el mundo hace que el aumento anual de la concentración de CO2
en la atmósfera por causas humanas no cese.
A esto hay que sumarle el exceso de metano
producido por la ganadería intensiva, cuyo papel en el efecto invernadero es
también relevante. También hay que considerar el hecho de que la humanidad está
impidiendo el reciclaje natural del CO2 atmosférico al destruir las
grandes masas vegetales de la Tierra o al provocar una disminución del crecimiento
de algas en los mares al oscurecer sus superficies cubriéndolos de plásticos o de
otro tipo de contaminantes tanto flotante como en disolución. Cabe indicar
también que existen otros mecanismos de retirada de CO2,
concretamente por fijación en estructuras calcáreas que pueden desestabilizarse
a causa del cambio climático, provocando su retroalimentación positiva, como es
el caso de la destrucción del coral por aumento de las temperaturas de los
fondos poco profundos de los océanos. Y es importante añadir que el
calentamiento de los hielos del Ártico y de la Antártida pueden repercutir en
la liberación de metano y otros gases de efecto invernadero que habían quedado
atrapados en ellos en el pasado.
Además, el deshielo del ártico provoca que su
superficie blanca disminuya y con ello también disminuye la intensidad de radiación
calorífica (infrarrojos) reflejada a la atmósfera, lo cual repercute en una
retroalimentación positiva del efecto del cambio climático al absorverse más
calor por parte de la biosfera terrestre.
Panorámica desde el espacio de los efectos producidos por
la deforestación en los bosques tropicales del sudeste asiático
(Fuente: Wikipedia) |
Últimamente (2012), el cambio climático está
teniendo una enorme repercusión social y abarca tanto niveles políticos, como
científicos y tecnológicos. Desde mediados del siglo XX se han realizado
numerosísimos estudios respecto al tema sin financiación privada de ninguna
empresa o compañía, y el número de estos estudios no hace más que incrementarse
con el tiempo. La comunidad científica ha llegado a varias conclusiones unánimes
al respecto, siendo los tres puntos más relevantes el hecho de que i) la Tierra
está sufriendo uno de los más rápidos cambios climáticos conocidos que ha
sufrido a lo largo de su historia, ii) este es dependiente en gran parte de la
concentración de CO2 atmosférico, aunque otros gases de efecto
invernadero que se están acumulando en la atmósfera también lo propician, y iii)
la mayor parte del incremento de estos gases en la atmósfera producido desde antes
del siglo XX se debe directamente a la actividad humana.
Las predicciones de lo que puede llegar a
ocurrir debido a este aumento del efecto invernadero están sujetas a una duda
científica justificable, y a este respecto se están centrando las
investigaciones actualmente. Sin embargo, desde hace tiempo, aunque parezca que
la ciencia ha empezado a darse cuenta ahora, no hay duda de que el clima está
cambiando desde hace más de un siglo principalmente por acción humana, tampoco
hay duda de que este cambio continuará sin cesar en un grado u otro, al menos
durante varias décadas más, pese a las medidas que se tomen a partir de ahora
para remediarlo. Es decir, el cambio climático provocado por el ser humano ya
no se puede prevenir, porque está ocurriendo. Y lo que sufra la Tierra de aquí
a dos décadas vendrá determinado en gran parte por el CO2 y el
metano entre otros gases, emitidos desde la época industrial hasta la
fecha.
Para explicarlo de alguna manera más
intuitiva, muchos científicos comparan el cambio climático con un tren de alta
velocidad cuyos frenos tardan un tiempo en superar la inercia que lleva la
máquina. Esto implica que, aunque la máquina pueda pararse en algún momento
todavía sin determinar, ya es imposible evitar que esta recorra cierta
distancia antes de detenerse.
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