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domingo, 9 de septiembre de 2018

La ciencia en España, la enfermedad interminable





Este texto que escribí en 2003 fue una idea que ya había aclarado en 1996.

Al final del texto agregaré la situación que vivimos hoy en día al respecto (2018).

Comenzaré tratando de contestar muy brevemente (y por lo tanto, sin poder evitar cierto reduccionismo) a:


¿Cuál es la situación social y política del mundo?

En primer lugar, debo decir que pese a que alguno use sus propias metodologías político-económicas, todos los países de este mundo están conviviendo con mayor o menor éxito en un sistema capitalista global muy poderoso implantado tras la guerra fría, podría decirse que incluso antes de la caída del muro de Berlín, si consideramos este hecho histórico como un síntoma de los nuevos acontecimientos que estaban sucediendo y no una causa de lo que se iba a formalizar: la globalización neoliberal, dónde los humanos seríamos definidos formalmente como recursos del capital de algunos. 

Tenemos que admitir además que, aunque el tándem gobiernos-megacorporaciones, que ahora tienen el poder del mundo, probablemente cambiarán durante este siglo, es difícil imaginarse que los mecanismos económicos y sociales por los cuales se regirá el acaparamiento del poder vayan a cambiar a corto o medio plazo.

Es decir, en las circunstancias en dónde la población se enfrenta a los poderes neoliberales, la primera tiene más papeletas de perder batallas que de ganarlas. En contraposición con el incremento de la importancia de los poderes públicos frente a los privados que ocurría a principios del siglo XX, estamos en una época en la que ocurre todo lo contrario y dónde en todo el mundo, lo público retrocede frente al negocio de la explotación y la especulación, lo cual tendrá consecuencias nefastas tarde o temprano por no ser sistemas económicos sostenibles y por ir dirigidos a intensificar cada vez más el acaparamiento del poder en élites nuevas pero sobre todo en élites de herencia pasada.


Pero ¿qué tiene que ver esto con la ciencia y la tecnología?

Pues bien, la clave fundamental de la distribución del poder está en la gestión de los recursos, de modo que si los recursos son privados será muy difícil, sino imposible que las sociedades puedan mantener un poder que decelere la tendencia del control privado de todo lo que existe en nuestro planeta. Y hay dos ejes fundamentales entre los que se pueden dividir los recursos que dictaminan quien o quienes tienen las cartas del juego en sus sociedades: la energía, la ciencia y la tecnología, es decir, reduciéndolo un poco, el I+D, pues si bien los cambios del uso de los recursos energéticos pueden favorecer la distribución más equitativa y democrática de la riqueza, es decir, del poder, estos suelen ser consecuencia directa de la ciencia y la tecnología.

Y es por eso que voy a centrarme en este último eje y no en la energía, porque, en definitiva, es el que puede favorecer posibles cambios sociales a muchos niveles de un modo que por mucho que lo intentemos, ninguno de nosotros puede llegar a predecir.

Ciencia y tecnología se agrupan en el formato I+D pues forman parte de un mismo paquete. La tecnología es una herramienta imprescindible para el desarrollo de la ciencia y el desarrollo de la ciencia genera nuevo conocimiento científico que en algunas ocasiones puede originar ideas para el desarrollo de nuevas tecnologías. Lo de “algunas ocasiones” es crucial, dado que la posible aplicación de la ciencia a los avances tecnológicos más notorios es un hecho meramente fortuito, cuya probabilidad aumenta con la inversión en ciencia básica. 


¿Por qué es importante la ciencia?

Bueno, solo hay dos razones para estar en este círculo del desarrollo ciencia-tecnología que acabo de mencionar, pero son dos razones muy importantes.

La primera es la competencia.
Ya expliqué que estamos inmersos en la sociedad del capitalismo, y lo estaremos previsiblemente por mucho tiempo, lo queramos o no, aunque en los peores pronósticos pueda parecerse más a una especie de faraonismo o pese a que en los mejores, vayamos a ser capaces de suavizar sus efectos más nocivos enfrentando el valor del ser humano y la sociedad del bienestar global al del hiperconsumismo por parte de algunos y de la miseria por parte de la mayoría.

Pero para que la segunda posibilidad se pueda hacer realidad, los países tendrán que competir con los intereses privados, dado que, en caso contrario, el poder absoluto quedaría en manos de las empresas, y los recursos humanos seríamos desprendidos de cualquier mínimo derecho humano. Esto no es una exageración ni es un intento de demonizar el poder privado, solo es una exposición de una descripción, pues cualquier empresa solo tiene, por definición, un único objetivo: el beneficio económico cueste lo que cueste, debiéndose únicamente a las leyes de los países que no pueden esquivar.

Pero alguien podría tener la duda ¿es cierto eso en todos los casos?, ¿no podría existir un interés de un poder privado en mejorar o garantizar el bienestar humano independientemente de la existencia de leyes de obligado cumplimiento establecidas por los poderes públicos? Sí, de hecho, a veces sucede, pero o ocurre por parte de intereses económicos (y la situación de competencia en el libre mercado no propicia que esto suceda) o proviene de extrañas filantropías por parte de poderes privados que han arrasado con su competencia. Así que, dado que ambas cosas suceden de forma arbitraria y son infrecuentes y poco consistentes, no deberíamos confiar nuestro bienestar o nustra seguridad al poder privado, porque cuando esto ocurre, lo más probable es que la cosa acabe bastante mal, y de esto se han hecho eco películas de ciencia ficción como “Blade Runner” o “Alien” o series como “The expanse”.

Aunque queramos cambiar este sistema económico y las reglas del juego, intentar hacerlo de espaldas a la ciencia y la tecnología sería infructífero porque estas son las únicas herramientas de poder, además de su participación como votante y consumidor, que, a día de hoy, podría manejar la ciudadanía.

La segunda razón es la conservación y el aumento del conocimiento, dado que todo lo que podemos aprender sobre el Universo es solo y finalmente conocimiento.

Aunque el conocimiento de por sí no es ni positivo ni negativo para la humanidad porque depende del uso que hagamos de él, este es el único medio a través del cual podríamos alcanzar una sociedad cada vez más igualitaria globalmente. Pero esto también implica que podría ser un medio para alcanzar las pesadillas más escalofriantes. Y es precisamente por esto por lo que la sociedad en general debería estar implicada en la divulgación de la ciencia y de lo que hacen sus gobiernos al respecto de su inversión pública o respecto a la ética de la reglamentación en su uso tanto en el plano público como en el privado. Porque el conocimiento científico tenderá a desarrollarse por parte de poderes privados sí o sí, con o sin que la población se involucre en que los poderes públicos no abandonen la ciencia.

Pero centrándonos en lo positivo y aunque parezca ficción, el conocimiento podría ayudarnos a escapar de este planeta antes de que el Sol u otros acontecimientos astronómicos, que supuestamente aún estarán fuera del alcance de nuestro posible futuro control tecnológico cuando lleguen a suceder, acaben con nuestro planeta. Es también posible que la ciencia y la tecnología nos ayuden a competir contra otras civilizaciones extrasolares o, por el contrario, a ser interesantes para que se nos incluyan en un club interestelar que funcione mejor que la Unión Europea o ¿quién sabe?, a lo mejor, la ciencia y la tecnología humanas podrían tener un papel fundamental en la erradicación de algún tipo de vida extraterrestre que llegue a contaminarnos.

Nadie puede saber cómo un descubrimiento podría ser útil para nosotros. Pero tenemos evidentes pruebas de que la civilización humana no existiría sin el desarrollo tecnológico y, por lo tanto, sin el desarrollo científico. Podría decirse que la diferencia fundamental que nos diferencia de los bonobos, de los chimpancés o de los delfines, es nuestra capacidad de generar el I+D con el que nos beneficiamos o con el que nos perjudicamos.

Finalmente, podemos entender que la investigación no solo es importante para la economía de un país, sino también para nuestros intereses sociales y éticos.
Si no sabemos qué hacemos los científicos ahora, no podemos tener una opinión razonable o con un mínimo de criterio sobre los aspectos científicos que nos afectan y que nos afectarán en un futuro próximo. Y la mejor manera de conocer el buen camino (desde el punto de vista ético, se entiende) de la aplicación de la ciencia, es promover la inversión en ciencia por parte de la sociedad.


Entonces considerando su importancia para nuestra especie. ¿Cómo es la salud de la ciencia en el mundo?

Aunque cada país tiene su forma de sacar beneficios económicos, muchos países con una herencia histórica afortunada en cuanto al control financiero, recursos monetarios, energéticos o materiales, suelen invertir más en políticas que propicien el desarrollo privado de la ciencia y la tecnología o directamente como empresas públicas, que los más desafortunados en cuanto a su pobreza económica, ya sea por un expolio histórico por potencias extranjeras, por su situación geográfica o cualquier otra razón. La explicación podría ser que el beneficio de la ciencia y la tecnología requiere mucha inversión y que esta sea constante para que dé sus frutos, mientras que otras formas de vida como podría ser el turismo o una economía basada en la producción de productos básicos como la agricultura y la ganadería, aportan menos ingresos a muy corto plazo y con poca inversión en comparación con el caso anterior. Es decir, son economías basadas en muy baja inversión, pero también con muy baja rentabilidad, y nula capacidad de competencia a largo plazo. Así que, de este modo, en la mayor parte de los casos, el país no progresa, sino que tiende a estancarse en su propia economía de subsistencia a corto plazo y de forma indefinida. Por el contrario, poseer conocimientos avanzados en ciencia y tecnología es clave para la continua competencia entre naciones o empresas, por lo que el país tiende a enriquecerse. Eso sí, si la inversión es privada esto solo sucederá si las empresas permanecen en el país pagando impuestos y revirtiendo, por lo tanto, directa o indirectamente, parte de sus beneficios en la sociedad.

Pero siendo inicialmente una consecuencia de una riqueza heredada o habiendo obtenido esa riqueza de la inversión en ciencia y tecnología, lo cierto es que no se conoce un medio más eficaz de que una sociedad prospere de forma estable a lo largo del tiempo que no sea partiendo de la inversión en ciencia y tecnología, y en educación, que, aunque hay excepciones, suele venir acompañándolas, debido a la necesidad de formar futuros trabajadores cualificados para los puestos que el desarrollo tecnológico y científico requiere.

Esto repercute en que, del mismo modo que sucede con el dinero, la ciencia y la tecnología tienen una distribución muy diferente en el mundo y la consecuencia directa de ello es que esta distribución de la riqueza mundial tiende a mantenerse. Los países pobres, que suelen estar geolocalizados al sur, no suelen invertir mucho en I+D, si es que conocen el sector y por lo tanto no salen nunca de esa pobreza. Es una enfermedad crónica.

Así, en el mapa mundial, excepto en algunos casos, se invierte más en ciencia en los países del hemisferio norte que en los del sur. Países como Estados Unidos, Canadá, Rusia y la parte norte de Europa gastan más dinero en relación al número de habitantes que América del Sur o África.

Y esto también ocurre a menor escala. Por ejemplo, en la Unión Europea, aunque pueda parecer muy simplista, y pese a que haya muchos matices que añadir al respecto, desde la perspectiva del capitalismo neoliberal en el que vivimos es posible trazar una línea en el mapa que separaría a los países más ricos de los países más pobres de la Unión Europea. Aunque esta línea es menos clara porque existen excepciones y es oblicua, dado que los países más pobres de la UE se concentran en el Mediterráneo y en las zonas que hicieron frontera con la antigua URSS o pertenecientes a la URSS. De este modo, países como Luxemburgo, Holanda, Dinamarca, Irlanda, Austria, Suecia, Alemania, Bélgica, Finlandia, Reino Unido y Francia serían los considerados países más ricos de la Unión Europea, mientras que España, Italia, Chipre, Grecia, Eslovenia, Malta, Portugal, República Checa, Eslovaquia, Croacia, Estonia, Hungría, Polonia, Lituania, Letonia, Rumania y Bulgaria estarían dentro del grupo de los más pobres.

Entonces, dado la cercanía de los países que voy a mencionar, la pregunta inmediata que un español se plantearía sería:



¿Por qué España está menos desarrollada que nuestro vecino más cercano, Francia?

Bueno, la respuesta podría resumirse en una palabra: historia. O en otra: fortuna.

Como ya se ha comentado anteriormente en “Las ciencias naturales”, desde la perspectiva del método científico podemos considerar que las ciencias experimentales nacieron formalmente en Francia/Alemania en el siglo XVIII con la publicación del libro “Crítica de la Razón Pura” por Imanuel Kant, por lo que no es extraño que experimentara un buen desarrollo también allí. Pero durante los años del inicio de la ciencia formal en Europa, y, por lo tanto, en el mundo, España sufría su mayor crisis. 

Lógicamente, si un país no se preocupa por la ciencia en el momento en que aparece, sus empresas tampoco lo harán y tal situación costará cambiarla. El problema se agravó cuando España encontró una forma de enriquecerse sin mucho esfuerzo y en relativamente poco tiempo con el turismo y la especulación inmobiliaria. Pero como todo lo que no requiere esfuerzo, esa era una forma de enriquecerse engañosa, el resultado fue que a día de hoy, la mayoría de los científicos españoles se ven en la obligación de trabajar fuera de este país si quieren hacer de la ciencia su modo de vida. 

Pero lasdesgracias no repercutirán solo en los científicos pues España se encontrarátarde o temprano conque realmente no tiene una economía basada en nada establey nuestro falso desarrollo acabará por sucumbir ante la realidad. Lo que nosabemos es cuándo ocurrirá tal cosa.

Pues bien, dos décadas después de1996 (2017), estas predicciones lamentablemente se cumplieron. Lo disfrazaránde crisis económica de efecto global, pero todos sabemos que lo que ocurre esque dónde no hay trabajo es en España, por esa razón, ni los inmigrantes sequieren quedar en nuestro país. Los resultados de este y otros factores comotener al presidente más estúpido de la historia de la Unión Europea son obviospara todos.


 

Spain invest less money per PIB than our neighbor Portugal (and this difference tends to increase).


Czech Republic, with half part of the PIB per habitant than Spain does more effort investing in science than Spain. According to this I expect better future to Czech Republic and worse future for Spain progresively. 

































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