(Escribo esto en Junio de 2013)
Aunque no es posible concretar todas las razones por las que un país
vive una determinada situación política y socioeconómica, sí es posible
determinar ciertos parámetros decisivos para que ciertas situaciones se den.
Al margen de los posibles controles externos sobre el destino de los
gobiernos (un factor variable dependiendo del gobierno a tratar), estos pueden
tener cierto margen de maniobra respecto a la riqueza, desarrollo y
organización política interna.
La situación política y económica en España actualmente se debe a las
políticas y la economía pasadas del país sumada a la situación política y
económica global.
En los años 60, en plena dictadura, el régimen dictaminó cual iba a ser
el sustento mayoritario y base fundamental de la economía española; el turismo.
El éxito en cuanto a riqueza que proporcionó a España dicho negocio,
principalmente destinado a norteamericanos y europeos, hizo que pronto, toda la
economía del país girara entorno a él hasta convertirse en nuestra base
económica fundamental. No obstante, el bajo coste de producción y la mejora en
infraestructuras y en seguridad que caracteriza normalmente a cualquier país en
desarrollo económico, proporcionó a España la oportunidad de competir en el campo
de la producción tecnológica con otras empresas europeas. Muchas empresas se
afincaron en España por su claro beneficio en cuanto a mano de obra barata y
los bajos costes de producción que les suponía la instalación de sus plantas.
El éxito de la producción en territorio español supuso también la aparición de
un importante tejido empresarial enteramente propio. Pero aún así, hasta en los
años de la Transición, el turismo seguía teniendo una importancia mayoritaria,
y a este se le sumó otro negocio que en realidad solo se tradujo en una forma
de enriquecimiento falso, casi desde su origen; el negocio de la vivienda.
Con los exagerados beneficios que aportaba el turismo de costa y playa,
este se incentivó por todo el territorio español y al mismo tiempo, la
construcción tuvo un auge espectacular, pues se necesitaba mucha
infraestructura hotelera e incluso de vivienda propia para albergar a los
turistas que no hacían más que incrementar en número. Los turistas extranjeros
tenían mayor poder adquisitivo que los españoles y ello provocó que el precio
de la vivienda, especialmente en la costa se incrementara. Pero el efeco
contagio del negocio hizo que el incremento del precio de la vivienda sucediera
también en el resto del país aunque en menor grado, y dado que los españoles no
podíamos llegar a pagar tales cantidades, se llegó a idear una economía basada
en préstamos bancarios o hipotecarios, una economía que si bien era una
inversión suicida para el país, aportaba grandes beneficios económicos
rápidamente a quienes se les denominaría más tarde “especuladores
inmobiliarios”, una mafia dedicada a idear precios desorbitados y en
crecimiento para convencer a la población de que endeudarse con una vivienda se
convertiría en una inversión de futuro, dado que los precios de los pisos
seguían siendo incrementados artificialmente de forma aparentemente indefinida.
Cosa que evidentemente era imposible.
Ya en los 80 había quien intentaba transmitir a la sociedad que esa
economía idónea para unos pocos, en aquel entonces, tarde o temprano iba a ser
el detonante de una grave crisis particular para todo el país. Pero estas
alarmas fueron en vano, ya que la población tenía trabajo, había una relativa
bonanza en la economía de la población española si comparamos la situación con
la actual (2017), y los ciudadanos se centrában en los problemas que podían
ocasionarles la pérdida de competitividad en el área de la producción que ya
empezaba a ocurrir en esa década. Los salarios tenían riesgo de descender, el
trabajo en empresas comenzaba a verse copado, pero el turismo y el negoio
hipotecario seguía sustentando la mayor parte de nuestra falsa economía. Así
que lejos de abandonar la especulación inmobiliaria, esta se vio incrementada
aparentemente de forma incesante, pues seguía siendo un negocio muy rentable
para quienes lo dirigían. Y los españoles seguían firmando pagos por precios
cada vez más desorbitados por los pisos al mismo tiempo que nuestra deuda en
hipotecas a los bancos se incrementaba sin cesar. En el año 1986 entramos en la
Unión Europea, lo cual tuvo repercusiones positivas en cuanto al aporte de
dinero de la Unión a nuestro país, con la finalidad teórica de amoldar nuestra
economía y desarrollo a un estatus europeo y de promover un cambio en nuestra
base económica, aunque también tuvo consecuencias directamente negativas en
cuanto al ajuste del mercado español hacia intereses a nivel europeo y de la
competitividad empresarial.
No obstante, pese a que ciertas cosas mejoraron gracias a la integración
de España en la UE, buena parte de ese dinero aportado desde Bruselas se
malgastó y no se cumplieron los propósitos para los que esas ayudas económicas,
teóricamente y en un principio, se habían destinado. Hay que añadir además, que
Europa no había regalado el dinero sino que lo había prestado y que una vez
superadas ciertas fases, España debería devolver la cantidad pasando a ser un
país dador en lugar de receptor.
Pero independientemente de los problemas en el sector
productivo-tecnológico, desde inicios de la década de los 90 hasta la primera
década del siglo XXI, España gozó de la mejor situación económica de su
historia, al menos desde el punto de vista de los valores macroeconómicos. Era
receptora de ingentes cantidades de dinero proveniente de Europa, tenía todavía
un fuerte tejido productivo aunque en declive, disfrutaba de un buen aporte
económico foráneo a través del turismo y todo ello, sumado a una enorme
especulación inmobiliaria, favorecía el desarrollo de un gran sector servicios.
Sin embargo, la dependencia socioeconómica de España en el negocio
hipotecario fue tan intensa que se convirtió en la clave en nuestro devenir porque
no había realmente ninguna alternativa económica tan relevante que pudiera paliar
las repercusiones negativas que tendría la autodestrucción que iba a ocurrir
tarde o temprano, cuando los compradores o los bancos parasen la maquinaria
hipotecaria por lo ridículo que resultaba considerar siquiera que los pisos
pudiesen seguir siendo comprados por los precios que alcanzaban. Era un negocio
insostenible de por sí. Y al proceso de autodestrucción que todo el mundo temía
que pasaría se le denominó: “El pinchazo de la burbúja inmobiliaria”. Por
fortuna, los efectos del desmoronamiento del negocio inmobiliario
estadounidense de características análogas, provocó que la burbuja inmobiliaria
en España pinchara antes de lo previsto, y digo por fortuna, porque es
preferible entender más pronto que tarde que tu propio país no tiene suficiente
base económica para sostenerse a sí mismo. Aunque un poco tarde, ya era
igualmente.
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Miembros del PP claramente
mediáticos y con cargos muy importantes en el gobierno español de
mayoría absoluta del PP entre 2000 y 2004, supuestamente, (porque ahora
ya dudo de todo) votado por la inmensa mayoría de la población española
que votó a un partido en el 2000 (Federico Trillo, el ex-presidente del
gobierno de España, Jose María Aznar y Luis Bárcenas, extesorero del PP
durante el gobierno de Aznar) mostrando gestos obscenos, con alevosía y
nocturnidad, ante los medios de información españoles.
Independientemente de cualquier argumento que se intente usar para
excusar algo como esto, un presidente del gobierno en tal actitud ante
las cámaras y a sabiendas de ser fotografiado es indudablemente una
muestra absolutamente delatora del desprecio del gobierno votado por la
mayoría del pueblo a toda, TODA, la ciudadanía española y por lo tanto
de la catastrófica situación de subdesarrollo social de la monarquía
bananera que representa la MARCA España; un país que nadie sabe muy bien
cómo se coló en la organización que actualmente aún es la organización
de países de mayor calidad social de facto del mundo; la Unión Europea.
Cualquiera que vea una foto como esta podrá entender que en el país
dónde gobiernen señores tan decentes, carismáticos, amables y
respetables como estos, cualquier cosa que no esté relacionada con la
justica social, la decencia, la ética y la coherencia, es posible,
siendo los ciudadanos que permitieron que el PP llegara al poder por
tres veces no consecutivas (hasta el 2012); un partido fundado por
fascistas que como Manuel Fraga, intervinieron con importantes cargos en
la represión fascista de Franco de 40 años, auténticos ignorantes o en
todo caso culpables sociópatas. Votar al PP, ser inteligente y al mismo
tiempo pretender conseguir una sociedad justa son tres cosas
incompatibles por definición. Y los inteligentes que votan al PP, además
de ser, la mayoría, de los pocos ricos que quedan en España, lo saben
mejor que nadie. |
Al
margen de todo esto, la bonanza macroeconómica de España fue usada por el
partido en el gobierno a finales de los 90 (el PP), para organizar todo tipo de
operaciones con dinero público, ya sospechosas en aquel entonces, que en lugar
de ser invertido en el bien común de la sociedad española iba siendo gestionado
de todas las maneras fraudulentas imaginables, como puede uno comprobar en la
punta del iceberg que supone lo arañado hasta ahora en el caso Gürtel de
Valencia, los desvíos de capital para la financiación ilegal de las campañas de
PP en Madrid y decenas de casos de corrupción urbanística relacionados con
determinados cargos políticos del PP en Galicia, Madrid y Valencia, pasando por
casos de tránsfugas en la propia comunidad de Madrid, dónde debía gobernar una
coalición del PSOE con IU.
Era
jauja. Y era una jauja que los ciudadanos asumían, en general, con alegría,
pues no afectaba todavía a sus bolsillos o a su calidad de vida, al menos no de
forma notoria. Pero los ciudadanos comenzaron a ver la verdadera absoluta
ineptitud política, su desfachatez y lo impresentables que eran sus propios
dirigentes cuando se inició la tragedia del Prestige, que no fue sino, el
ejemplo de la gestión del Partido Popular cuando se arremanga y del respeto que
tiene por la ciudadanía, incluídos su propios votantes. Cada día que pasaba,
aquello se parecía más a un circo dónde solo actuaban payasos, unos payasos
nada graciosos, los cuales, en lugar de divertirnos, se reían constantemente de
nuestra dignidad. (Muchos de ellos, ahora pretenden ser miembros de un nuevo
gobierno, dicho sea de paso). Y como no parecía haber ninguna respuesta
ciudadana de magnitud realmente preocupante, dado que había suficiente dinero
en las arcas por motivos ya explicados, y dado que había una mayoría absoluta
capaz de dirigir al país en contra de quien fuera y debido a que el afán
napoleónico del entonces presidente Jose María Aznar no terminaba, en 2003, el
PP involucró a España en una guerra denunciada por la propia ONU como ilegal en
compañía de un desquiciado vaquero texano presidente de un EEUU gobernado y
directamente dirigido por empresas petroleras y armamentísticas. Así que
haciendo caso omiso de la ONU, de las quejas de la ciudadanía por todo el país
y por toda Europa y de las amenazas directas del grupo terrorista Al Qaeda, nos
metimos en una vergonzosa guerra de manos de Jose María Aznar, la última
importante decisión de su mandato por la que se le recordaría como un nefasto
dirigente europeo junto al ex-primer ministro británico, Tony Blair, que
dirigirían sus países, en contra de la voluntad de sus poblaciones, hacia dónde
EEUU propusiera.
Bien,
la historia siguiente es bien conocida, Al Qaeda cumplió sus amenazas, y la
ciudadanía española también lo hizo. Y el PP perdió las elecciones acusando
mediante injurias constantes, pero, obviamente, sin denuncias formales, y con
total desinterés por su propia decencia, durante casi un año, al PSOE de
conspirador, y de, poco menos que de parte implicada en los ataques del 11-M
con la intención de apoderarse del gobierno. Cosa absurda, solamente al tener
en cuenta que el PSOE solo tiene que esperar su turno en el ciclo constante de
alteranacia en el pacto dudosamente democrático que indirectamente se otorgaron
los partidos mayoritarios con la ley D'hont.
Y
pasado el tiempo, la burbuja inmobiliaria estalló propiciada por una crisis
global iniciada a su vez por la caída del sector inmobiliario estadounidense en
una sitiuación consecuencia de causas similares a lo que iba a suceder en
España tarde o temprano (endeudamiento bancario por negocios falsos, que no era
si no la misma política auspiciada y ejercida por la mayoría de partidos
políticos de derecha en el capiatlismo especulativo la cual venden ahora como
solución a los problemas que esta misma política provoca). Como pista sobre una
definición de estos partidos políticos de derecha, decir que en el gobierno de
España desde la muerte del golpista de estado y socio ibérico de Hitler,
Franco, NUNCA ha gobernado un partido político democrático que no fuese de
derechas.
Obviamente,
para que el ngocio con la especulación cn los precios de la vivienda y con el
endeudamiento posterior de los compradores con las hipotecas funcionara se
necesitaba que siguieran habiendo compradores. La pregunta pues, es, ¿por qué
seguían comprando pisos los ciudadanos cuándo los precios subían incesantemente
hasta cotas impensables en el resto de la Unión Europea? Bien, unos porque no
veían otro remedio y porque creían que se lo podían permitir y no les
interesaba alquilar porque “ya que se pagaba, al menos quedaría una propiedad
física real”. Y otros muchos pagaban debido a que el entorno bancario ofrecía
enormes facilidades y garantías de pago. Pero otros ciudadanos tenían en mente
el mismo negocio que los que lo iniciaron y se convirtieron en otra clase de
especuladores inmobiliarios que o no sabían que las burbujas siempre acaban
explotando naturalmente o creían que no les iba a explotar a ellos.
Así
pues, especuladores inmobiliarios con conocimiento de causa, especuladores sin
conocimiento de causa y las entidades bancarias entretejieron en diez años,
apoyados y hasta animados por el gobierno de turno (especialmente el PP pero
también el PSOE como partido politico de ideología económica continuísta a la
del PP), un negocio en España que iba a explotar y tenía cuenta atrás.
Desde
que se estaba asentando la mayor parte de la base económoca española en este
negocio ya hubo quien se fijó en las circunstancias trágicas a la que aquello
nos iba a ellevar, pero aún ahora hay quien desconoce totalmente dicha historia,
y hasta que sucedió, pocos sabían cuando acabaría la cuenta atrás. Y llegó a
cero cuando el tsunami banco-inmobiliario análogo que se produjo en Estados
Unidos llegó a Europa de banco a banco, especialmente a través de Londres,
transmitiéndose la deuda no pagable a los países que al final más la pagarían: Grecia
y España.
Muy
resumidamente lo que ocurrió fue un contagion de desconfianza y muchos bancos
españoles, viendo las consecuencias que tenían los negocios similares a los
suyos en Estados Unidos, empezaron a temer pérdidas si continuaban con
préstamos para una finalidad que iba a dejar de existir. Se iba a llegar a la
situación en la que los prestatarios (hipotecados), no iban a poder pagar a los
prestamistas (bancos), por los elevadísimos precios que los pisos habían
alcanzado, al haberlos usado los bancos como recurso "totalmente
imaginario" de inversión. Así que los bancos dejaron de dar préstamos, los
pisos dejaron de comprarse masivamente y sus precios empezaron a bloquearse
aunque muy lentamente. Muchos ciudadanos dejaron de recibir préstamos bancarios,
la construcción se paralizó de la noche a la mañana y todo el tejido de
servicios y de empresas asociado a la construcción también cesó. Además, no
todos los bancos consiguieron zafarse del golpe, y casi ninguna caja lo haría.
Cuando
un grupo se une a un mal negocio, el grupo suele perder, pero si el negocio lo
controlan tres del grupo, esos tres se pueden enriquecer con el negocio y antes
de que se manifiesten las consecuencias negativas del mismo pueden retirarse y
salir beneficiados. A esto se le denomina estafa y es tan frecuente en el
capitalismo que su funcionamiento ha llegado a basarse en ellas hasta el punto
de que no son separables. Pues bien, esto fue lo que ocurrió con la
especulación inmobiliaria en España con una ligera diferencia; que aunque el
negocio lo montaron unos cuantos, un enorme porcentaje de todo el resto de
negocios del país se desarrolló en dependencia del negocio fraudulento. Es
decir, el mal negocio se convirtió en base económica del país. Un cáncer global
que tarde o temprano lo llevaría a su situación real: a una ausencia de base
económica real, es decir, a un país realmente subdesarrollado al que le quedaría
básicamente una solo negocio de magnitud suficiente como para no declararse
estado fallido: un turismo que ofrece una calidad de trabajo paupérrima para la
mayoría. Porque toda esta situación de la especulación inmobiliaria en España
coincidió lamentablemente con una reducción de la industria y el tejido empresarial
español que buscaba lugares más baratos de producción y sin tantas
restricciones de calidad medioambiental o de derechos del trabajador. Dado que
esos derechos y esas restricciones habían aumentado en el país con el falso
enriquecimiento de una sociedad Española engañada.
La
situación económica del país está así porque lo controlan, y lo controlaron por
mucho tiempo una mayoría de auténticos y genuinos delincuentes con total
inmunidad judicial y política (en lo público y en lo privado) apoyados o consentidos
por una mayoría de ciudadanos sumisos o involucrados en sus propios delitos
(que los votan o que no votan a ninguna opción y que no denuncian o se
manifiestan). Es así de simple. El control de los mercados y el control por
parte de Alemania es lógico. Tal vez, no justificado, pero lógico en el sistema
en el que vivimos, que no podemos negar que existe pese a que tampoco sea
moralmente correcto. Y si bien el control por parte de los mercados sobre los
países puede no estar justificado, su desconfianza en nosotros sí lo está.
Los
mercados, no son, como muchas veces nos hacen suponer, criaturas maligas
escondidas de los ciudadanos sino que están formados por accionistas, es decir,
precisamente, por ciudadanos, y las personas no trabajan siempre con la lógica,
por mucho dinero que tengan, y tampoco actúan de acuerdo a la moralidad, es
decir, no siguen una conducta ética en todo momento, dado que ser accionista
implica hacer negocio con números que pueden provenir de la especulación arbitraria
de tejido industrial básico para mantener el empleo de cualquier país. En
resumen, invertir en un valor por su futuro es análogo a una simple apuesta,
pero una apuesta que junto con otras puede hundir la estabilidad económica de
un país o incluso de un continente entero. Es decir, los mercados trabajan
directa o indirectamente con la especulación, con la inversión en valores que
intuyen (los accionistas) que pueden crecer por ellos mismos, y a veces con la
inversión a propósito en valores que realmente no tienen valor, lo cual en el
póker podría ser equivalente a un farol; “démosle valor a algo que no lo tiene
para arrastrar a otros a invertir en ello, para luego ser el primero en
desaparecer con el dinero vendiendo todas nurestras acciones cuando el valor
esté en un punto álgido, sin importarnos lo que pase a continuación con el
valor y los demás accionistas enganchados a ello”. Si estos valores están
asociados directamente con bienes de necesidad básica, apostando (invirtiendo),
es posible encarecer suficientemente el precio como para hacer imposibe la compra
de esos productos por la población de determinados países, y ello puede
provocar incluso hambrunas en medios dónde no hay carencia de alimentos. Sin
llegar a hambrunas, esto, básicamente es lo que ocurrió con el valor de la
vivienda en España.
Este
es el problema global del capitalismo especulativo en el que todo el mundo está
inmerso. Sería positivo tratar de ir restringiendo este sistema antes de que
ese sistema restrinja la capacidad de coahbitación social en el mundo. Pero los
países deben sobrevivir con conocimiento de causa de que con o sin
restricciones, este sistema puede ser su perdición si no actúan de modo que no
sean entermanete dependientes de él, y eso se consigue tejiendo una economía de
producción real y diversa, no simulando otra base económica especulativa, a lo
que España es adicta y experta, pues tratar de enriquecerse especulando no es
ni más ni menos que el modo conseguir dinero a corto plazo dinero y con el
menor esfuerzo posible.
¿Y cómo se podía haber hecho esto? Dado que en España,
pese a su enorme importancia, el turismo sigue sin ser suficiente para otrogar
a sus ahbitantes una calidad de vida acceptable dentro del marco de la
organización a la que pretence: la Unión Europea y tampoco es un negocio muy
sólido dado que lo consideramos perpétuo, con lo que tampoco invertimos
esfuerzos en que incremente en eficacia y calidad, y dado que el tejido
producivo a nivel industrial ha sido casi totalmente esquilmado del país por
una u otra razón, un posibilidad que ya perdimos al menos por las siguientes
dos décadas es lo que en sí mismo es desarrollo y que aparentemente no solo en
España tiende a infravalorarse de un modo sorprendentemente pandémico y
crónico. El
I+D (investigación y desarrollo). Se ejercen esfuerzos sobrehumanos en
intentar convencer a la población que la inversión en I+D debe
contemplarse como un gasto que no trae beneficios, cuando en realidad,
TODOS los beneficios y repito contundentemente TODOS lo beneficios que
la humanidad se elaboró para sí misma provienen de una distribución
equitativa (que esa es otra, pero es otro cuento) de los productos que, y
esto hay que recalcarlo, a LARGO PLAZO, nos otroga una inversión
concienzuda y un esfuerzo continuado y en incremento constante en el
I+D.
Un video muy corto y muy conciso al respecto: